martes, 30 de mayo de 2017

ENTREVISTA A DON HIGINIO, PERSONAJE DE "EL REINO DE LOS MALDITOS" DE MARIO GARRIDO.

En tiempos de nuestro buen Rey Bartolomé el tercero, soberano del muy noble Reino de Gurracam, llegó un emisario a la devota y muy singular villa de La Alpurria del Campo. Iba acompañado de dos guardias alguaciles, portando enseñas reales y otros pabellones que muchas puertas debieron abrir en tan largo y peligroso viaje. La misión del escriba era dar noticia de don Higinio Lopezosa Quesada, antiguo capitán de los reales Guardias Alguaciles de San Josafar, capital y primera ciudad del Reino, siendo el buscado noble caballero y apreciada persona de nuestros bien amados soberanos;  en especial de su majestad la reina Engracia, apodada "La Tuerta".

Siendo durante años un misterio el destino del informe presentado por el emisario a sus graciosas majestades, recientemente se han descubierto unos legajos en la Real Biblioteca de la Catedral de Baruc y Ezequiel, junto a la céntrica y popular calle de la Arriería de San Josafar. A falta de mejores referencias, tenemos que colegir que lo concerniente a estas notas son parte del despacho que el escriba presentó en palacio y, por tanto, lo único que se tiene a día de hoy de la legendaria entrevista con el recordado señor de La Alpurria.

He aquí la transcripción de lo hallado en la biblioteca, fechado un año y tres meses antes de los terribles acontecimientos que acaecieron a la familia Lopezosa Quesada, según se contó, por la torpeza y mal proceder del llamado Mario Tolón, nefando súbdito de nuestro Reino, que Dios perdone.  De las innobles andanzas del citado, así como de la suerte que corrieron las hijas de don Higinio y él mismo tras el referido suceso, hay sobrada noticia en la novela intitulada "El Reino de los Malditos", escrita por el juglar Mario Garrido y compuesta por la Editorial Leibros.

(Primer pliego, numerado “II”)

¿Está casado? No. Lo estuve. Con mi querida Escolástica Eugenia.

¿Qué pasó? Murió. En realidad la asesinaron.

Tengo entendido que ese asesinato al que alude no fue nunca demostrado. ¿Qué puede decirnos al respecto? Que fue envenenada por un hijo de mala madre que me la tenía jurada cuando era capitán de Guardias Alguaciles. Él y toda su calaña, malditos sean todos. Pero vive Dios que hice justicia antes de recluirme en este pueblo. Espero verle en el Infierno, para volver a hacerle lo mismo mil veces. 

¿Se casará otra vez? No. Nunca encontraré a nadie como mi amada esposa. Y menos en este condenado lugar lleno de mujeres ignorantes y feas como puercos.

¿Tiene hijos? Sí. Dos hijas.

Se habla de que su hija Irene ha participado en  orgias y otros actos impuros desde hace años, que es violenta y ha pegado a madres y esposas de los hombres con los que se acuesta; y otras fechorías que al parecer callan en este pueblo por miedo. ¿Qué tiene que decir de todo esto? ¿Por qué me pregunta si tengo hijas cuando ya lo sabe? Escúcheme bien, no juegue conmigo o lo lamentará. En cuanto a lo que dice de mi hija Irene tendrá que demostrarlo y aun así puede que no salga vivo de aquí como siga con sus insinuaciones. Me da exactamente igual si le acompañan dos soldados o le avala el Rey. Espero que entienda bien mis palabras. En todo caso, la educación de mi hija es cosa mía y le aseguro que en breve haré algo que la convertirá en una santa, pero no pienso decirle el qué.

¿Y nos puede hablar de Laura? Laura es tan pura como su madre. Es un ángel. Espero que la condenada gente de este Reino no la termine convirtiendo en lo mismo que todos…

(Segundo pliego, numerado “III”)

En sus tiempos de Guardia Alguacil en San Josafar, ¿cuál fue su mayor gloria? Yo fui el mejor capitán de Guardias Alguaciles de mi época. La ciudad estaba perfectamente controlado bajo mi mando. Mantener ese orden con mano de hierro fue mi mayor gloria. Sabe Dios en qué se habrá convertido la ciudad sin mi control, sin mis métodos...

Al parecer se cometieron muchos abusos en su época  de soldado, ¿es cierto? No consiento que se difunda semejante calumnia. No hubo abusos, sólo justicia, mano de hierro, orden… Nadie nunca lo puso en duda y, el que menos, su Majestad el Rey.

Ciertos grupos de ciudadanos se quejaban entonces de ser vejados por los hombres a su 
mando ¿están mintiendo? Por supuesto. ¿Ciertos grupos de ciudadanos? Dirá usted delincuentes, asesinos, gentuza…

Se dice que usted se tomaba la justicia por su mano, incluso con  mujeres y niños. ¿Qué hay de cierto? La delincuencia no tiene edad ni género. Hacer esos distingos son los que llevan a la ruina de gente débil y estúpida como usted. No entiendo cómo su Majestad ha mandado a mi casa a un tipo de su calaña. ¿Qué pretende? ¿Ofenderme? Pues tenga cuidado…

(Tercer pliego, numerado “V”, quemado en su mitad)

¿A qué se dedica aquí en la Alpurria? Tengo tierras y las alquilo para su labranza.

Se habla de palizas a campesinos, violaciones a sus mujeres… y se le acusa a usted y sus hombres de estos desmanes. ¿Qué tiene que decir? Mis hombres tienen la misión de vigilar que no me robe la gente que trabaja mis tierras. Son efectivos y tienen mi confianza. Sus métodos no me incumben. Pregúnteles a ellos, si se atreve…

El otro día apareció un labriego crucificado y vestido de espantapájaros en uno de sus campos ¿Se ha investigado este suceso? No sé de qué me habla.

¿Por qué la Santa Inquisición no entra en este pueblo? Lo ignoro. Pregunte usted al Inquisidor Mayor a su vuelta a San Josafar.

(Cuarto pliego, numerado “VIII”)

Se dice que tiene tratos con los piratas que fondean en Guardamar del Delta. ¿Es cierto? Por supuesto que no. ¿De dónde saca todos estos infundios?

Se le asocia a una hechicera de un pueblo cercano. Dicen que es una bruja. ¿También lo niega? Eso también es falso. Jamás he estado con una mujer así.

Sin embargo hay testigos que le han visto con ella. No sé quién le ha informada a usted de todas estas patrañas, pero lo averiguaré y ajustaremos cuentas. Ya verá… Cuente esto también al Rey.

(A partir de aquí la tinta de este legajo ha sufrido humedades y es ininteligible).

(Quinto y último pliego, numerado “XI”)

¿Qué proyectos piensa acometer en el futuro? Me haré con todas las tierras de la comarca. Laura heredará todo y se convertirá en la mayor terrateniente del Reino.

¿Y por qué no Irene, que es su hija mayor? Ya le he dicho que para Irene tengo pensado otro destino…

¿Volverá a San Josafar? No.

¿Cuál es la razón? Las razones no le incumben. Si su Majestad quiere saber más cosas de mí tendrá que venir en persona. Aquí terminan sus preguntas. Coja a su maldita escolta y salga de mi casa. Hará bien en no volver a aparecer por La Alpurria, de lo contrario…



En espera de que la presente transcripción pueda ser de ayuda en el conocimiento de esta auténtica historia, damos fe de la veracidad de los legajos presentados y de lo que en ellos se cuenta, en San Josafar, a quince días del mes de enero de mil y setecientos y treinta y cuatro años, durante el reinado de nuestro buen Rey Wenceslao el Cuarto, apodado “El Cínico”.

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